Es empezar a intentar, sin temor a
equivocarse. Es entender que un tropezón no es caída, que uno SIEMPRE puede
levantarse. Es empezar a arrimarse un poquito más a la meta. Es perder el miedo
a lo que viene y poder ver las cosas desde otro punto de vista. Es encarar la
vida, poder decir "acá estoy yo".
Es dejar de ver el vaso medio vacío y
empezar a verlo medio lleno. Verle el lado bueno a las cosas. Intentar de
nuevo, en caso de fallar a la primera. Aprender a valorar lo que uno tiene, y
dejar de mirar lo que tienen los demás. Es saber que, a pesar de todo, no hay
que darse por vencido.
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