Saber tener y saber dar. Poder ser incondicional.

agosto 20, 2012

Patético.


Qué desesperante es querer y no poder. Más desesperante es tener que poder, y seguir sin hacerlo.
Ya sé que no puedo, pero juro que hago el intento. De verdad lo hago.
De igual forma, nadie se fija en eso. Los que juzgan suelen apreciar otro tipo de cosas. 

Muchas veces pensé: “mejor dejar de mirar para ese lado y hacer otra cosa”, pero no… no me sale mirar para otro lado, aunque trate, sigo mirando de reojo. No puedo. Otra vez esas dos palabras, “no puedo”.
También pensé: “Y bueno… pase lo que pase, puedo decir que hice el intento, que traté, que luché por algo que de verdad quería”. Pero dudo que una frase tan patética sea capaz de consolarme en un posible futuro en el que haya fracasado…

Patética la frase, patética yo. Patética la situación. 

Se siente más o menos así: 




agosto 01, 2012

Contratiempos


A veces no sé qué pensar, hay días en que estoy más positiva, me dan ánimos y logro imaginármelo vuelto realidad, pero hay días en que ni siquiera puedo pensarlo. Sé que el tiempo me viene pisando los talones. Bailando lo esquivo, pero no falta mucho para que me alcance.
Tengo miedo. Tengo miedo de fracasar, de no llegar con el reloj, de defraudar a todos y defraudarme a mí misma. Vivo con la duda de no saber qué va a pasar, de no saber con certeza cómo son las cosas y qué es lo que exigen de mí realmente. Vivo con el complejo de sentirme inferior, pero también con la esperanza de llegar a ser algo más, antes de que sea tarde, para que entonces me dejen demostrar que con el tiempo puedo ser todavía mejor.
que puedo dar más, sé que puedo seguir superándome, pero necesito la oportunidad.
Cuento los meses, las semanas, hago cálculos. Me arrepiento tanto de algunas cosas, de haber llegado a esta situación. Cada día desespero más, siento que no llego.
Definitivamente, el miedo me está torturando.

Anécdotas viajeras

A continuación, un texto delirante que escribí durante un largo viaje en micro


Vaca – árbol – arboleda – árbol – árbol – palos – más árboles – pasto – nube – oveja (¡y ovejitas!) – CEDAM – árbol – “aluar, si es de aluminio, lo hacemos aquí”…

 Lucía lee, los viejos duermen la siesta. Me aburrí de leer, jugar a las cartas, hacer autodefinidos… Tengo que guardar entretenimiento para un día más de ida y uno y medio de vuelta… ¡Hay una máquina de café y jugo! :) pero no… no hay ni café, ni jugo.  Es igual.
El abuelo le quiere dar a Lucía un “ECHARPE”… ¿será una palabra francesa que fue castellanizada? Algo así como garage, carnet, restaurant (que fue aprobada por la RAE como “restorán”, déjense de joder)
¿Qué puedo hacer? Como para no entretenerme gastando crédito… Hice una lista de las cosas que iba viendo por la ventanilla, pero la mitad no sé qué son, y la otra mitad se constituye básicamente por árboles… Esto de la lista no funciona, necesito otra cosa para hacer.
Echarpe… palabra de viejo, como chinela, bascolé, “dotor” y algunas más.
Estoy delirando, el micro me hace mal, y la música pedorra que pasan, también. Por lo general estas cosas pasan en situaciones en las que uno se aburre mucho (demasiado), y estar un día y medio adentro de un micro rodeada de viejos, es una de esas situaciones (sobre todo si el micro en el que viajas, afuera tiene una foto de una vieja que se parece a la que pasa películas en telefé y otro viejito con un cartel que dice “Lider en turismo para adultos mayores” omg, mátenme)
¿Qué tal si es una trampa y no estamos yendo a las cataratas, sino al loquero?
Vamos a preguntarle a Lucía a ver qué opina:
“¡Ay, boluda!, ¿cómo vas a decir eso?” (risas)
No entiende el por qué de mis sospechas. Jamás lo entendería.
Dejate de joder, pusieron el CD ese del año del pedo, otra vez (la música es del año del pedo, no el CD, se entendió). A la noche dijeron que iban a poner una película, ¿qué pondrán? ¿Alguna de Chaplin? Capaz. No sé si podría soportarlo… Bueno, por ahí sí, no hay que exagerar tanto. Lo que pasa es que el viaje me marea, los viejos hablan cosas de viejos y me aburro mucho. Encima me ponen para escuchar un carnavalito que no conoce ni el pato.
La viejita de acá al lado mueve los pies, choca sus manos con sus piernas al ritmo de la música. Parece estar disfrutando.
A propósito, hay carteles por todos lados que dicen: “En caso de emergencia, rompa el vidrio con el martillo”. Se preguntarán, queridos lectores: ¿y el martillo? Asombrosamente, esta vez sí está. Colgadito, cerca de mi butaca… lástima que está aplastado contra la pared con unos plásticos tan resistentes que no se pueden romper de forma manual. No parece haber ninguna posibilidad de poder sacar el martillo (y mucho menos teniendo la presión que supone esa "situación de emergencia"). Si el micro se llega a incendiar, prefiero romper el vidrio con mi cabeza.
Bueno, creo que si siguen escuchando esta música y el ambiente sigue tan deprimente, probablemente haga el intento de sacar ese martillo y salte por la ventana…
Por el amor de Dios, ¡qué aburrimiento!